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La vida no es esperar a que pase la tormenta...es aprender a bailar bajo la lluvia!

sábado, 5 de mayo de 2012

Actividad del bloque II (borrador)

TODA CLASE DE PIELES



Bueno os comento de qué iba la actividad de este bloque. La profe nos contó su propia versión de un cuento de los hermanos Grimm que se llama Toda clase de pieles. Y nosotros teníamos que hacer nuestra propia versión. Aquí está la mía, espero que os guste:

 Había una vez, en un lejano país, un rey y una reina que se habían casado y que se querían muchísimo. La reina era la mujer más guapa del mundo, rubia de ojos verdes. El rey estaba enamoradísimo de ella.

El rey la reina estaban muy felices aunque les faltaba algo para ser totalmente felices, lo que les faltaba era tener un bebé. Por fin la reina se quedó embarazada y nueve meses después nació una niña. La niña era tan guapa como su madre.

Los años iban pasando y la niña se iba haciendo mayor, así que los reyes decidieron que ya era hora de buscarle un marido a su hija. El problema es que ella no sería quién eligiese al chico, sino sus padres serían los que lo elegirían por ella.

Esto a la princesa no le gusto nada y se enfado muchísimo, ya que ella siempre se había imaginado que conocería a un chico, se lo pasarían bien juntos y se enamorarían, para tiempo después casarse y formar una gran familia. 

Pero no fue así los padres le eligieron al hombre con el que tenía que casarse, y no era para nada como ella se lo había imaginado. Era mayor, feo y nada divertido.

A la princesa, que era muy lista, se le ocurrió una idea para ir retrasando el enlace y entre tanto intentar trazar un plan para anularlo. 

Un día les dijo a sus padres que para aceptar a ese hombre, ellos debían hacerle unos regalos de prometida. Los padres le dijeron que lo que ella quisiese, y lo que ella pidió fue:

                 “Un vestido tan dorado como el sol”

        “Un vestido tan plateado como la luna”

                “Y otro vestido tan brillante como las estrellas”

El padre llamó a sus consejeros y les dijo: “necesito que busquéis en todo el mundo el oro más puro para hacer un vestido tan dorado como el sol; también necesito que busquéis el lugar donde haya el platino más puro y que hagáis un vestido tan plateado como la luna; y por último necesito que busquéis el lugar donde los diamantes sean más puros, para que hagáis un vestido tan brillante como las estrellas”.

Tardaron casi tres años en hacer los vestidos, pero lo consiguieron. Así que le entregaron a la princesa el vestido tan dorado como el sol, el vestido tan plateado como la luna y el vestido tan brillante como las estrellas.

La princesa al ver que lo habían conseguido más rápido de lo que ella creía, se inventó otra excusa para retrasar el enlace. Les dijo a sus padres que ya que tenía los regalos de pedida, ahora quería un regalo de boda, y lo que pidió fue un abrigo que estuviese hecho con la piel de todos los animales que hay en el mundo.

El rey volvió a pedir a sus consejeros ayuda, les dijo que fuesen a cazar por todo el mundo para que consiguiesen trocitos de piel de cada animal del planeta. Tardaron más o menos un año en hacerlo, el abrigo era un poco feo  y muy grande, le llegaba hasta los pies y tenía una capucha que le permitía taparse la cara.

La princesa cuando vio que sus padres habían conseguido regalarle todo lo que ella había pedido, se fue a su cuarto y metió en una mochila el vestido tan dorado como el sol, el vestido tan plateado como la luna, el vestido tan brillante como las estrellas y una cadenita que le habían regalado al nacer, donde iba colgado una medallita, una estrellita de oro y un anillo. Se puso su abrigo de toda clase de pieles, se pintó la cara y  las manos, se recogió el pelo en una coleta y se fue al bosque.

A partir de ese día, la princesa se pasaba las noches caminando y por el día se escondía, ya que le daba miedo que sus padres la encontrasen. Un día que iba caminando por el bosque, escuchó voces de hombres y ladridos de perros y se asustó mucho. Los perros se acercaron a donde estaba ella y los hombres la vieron. Los hombres le preguntaron que quien era y que hacía sola en el bosque. Pero la princesa no contestaba.

Como no sabían muy bien que hacer decidieron decírselo al príncipe que iba con ellos. Él le preguntó que como se llamaba y ella, que decidió no decir que era una princesa, dijo: “me llamo toda clase de pieles”.

El príncipe decidió llevarla al palacio y darle una tarea en las cocinas. El cocinero le dio de comer y le trató muy bien. Y también le enseñó a hacer muchas cosas que ella nunca antes había hecho, ya que era una princesa.

Toda clase de pieles nunca se quitaba el abrigo, ni siquiera la capucha, lo llevaba siempre puesto.

Fueron pasando los meses y ya todo el mundo la llamaba toda clase de pieles. 

Un día se enteró de que el príncipe iba a dar una gran fiesta, ya que tenía que elegir esposa. Iban a ir todas las princesas de los reinos más cercanos. La fiesta iba a durar tres días y el último día el príncipe elegiría a la princesa con la que se casaría.

El primer día de baile toda clase de pieles se pasó el día trabajando mucho, y cuando ya había terminado su labor, le pidió al cocinero si podía asomarse al baile ya que nunca antes había visto ninguno, el cocinero le dijo que sí, pero con la condición de que no la viese nadie, y de que estuviese otra vez en la cocina antes de que terminase el baile.

Toda clase de pieles subió rapidísimo a su cuarto, se peinó, se limpió la cara y se puso su vestido tan dorado como el sol y bajó corriendo al baile. El príncipe nada más verla quedó asombrado por su belleza y la sacó a bailar. 

Cuando se dio cuenta de que el baile estaba acabando, se volvió a la habitación, se recogió el pelo, se pintó la cara y se puso su abrigo de toda clase de pieles.

Después fue a la cocina y el cocinero le dijo que tenía que prepararle un caldo al príncipe, ya que a éste le gustaba tomarse uno antes de acostarse y a él no le daba tiempo a prepararlo. Toda clase de pieles terminó el caldo, y el cocinero le pidió que lo subiese al cuarto del príncipe. Y así lo hizo. Toda clase de pieles había echado algo en el caldo.

Cuando el príncipe estaba terminando de tomarse el caldo, se dio cuenta de que en el fondo había una medallita de una virgen. Le pareció muy extraño, pero pensó que se le habría caído a alguien dentro. Cogió la medalla, la puso en la mesilla y se fue a dormir.

La segunda noche, ocurrió lo mismo. Lo único que toda clase de pieles se puso el vestido tan plateado como la luna. El príncipe nada más verla se fue a bailar con ella. Pero al igual que la noche anterior, toda clase de pieles tuvo que volver a la cocina para prepararle el caldo al príncipe y subírselo a su cuarto. Solo que esta vez lo que toda clase de pieles dejó fue una estrellita de oro.

Cuando el principie se encontró dentro del caldo la estrellita de oro, pensó que no era una casualidad, sino que alguien lo había puesto ahí apropósito. Y lo dejó encima de la mesilla.

Bajó a las cocinas y preguntó que quien había hecho el caldo las dos últimas noches. El cocinero contestó que él y que si estaba malo el caldo, a lo que el príncipe respondió que era el mejor caldo que había probado nunca.

La tercera noche de baile volvió a ocurrir lo que las noches anteriores, solo que esta vez el cocinero le dijo que tenía que volver antes. Toda clase de pieles se puso el vestido tan brillante como las estrellas y nada más llegar al baile el príncipe la sacó a bailar y no dejaba de tocarle las manos a toda clase de pieles. Toda clase de pieles pensó que el príncipe se iba a declarar, pero esto no ocurría y el tiempo pasaba y toda clase de pieles tuvo que volver a las cocinas.

Como las noches anteriores volvió a su cuarto y se puso el abrigo de toda clase de pieles, solo que esta vez no le dio tiempo a pintarse la cara, y volvió a las cocinas, donde preparó el caldo para subírselo al príncipe. Esta vez echo en el caldo lo único que le quedaba,el anillo.

Cuando se lo subió, una cosa cambió con respecto a las noches anteriores, ya que el príncipe le pidió que se quedara mientras se tomaba el caldo. El príncipe se empezó a tomar el caldo muy despacio y miraba a toda clase de pieles continuamente.

Cuando encontró el anillo se quedó mirándolo y le preguntó a toda clase de pieles si sabía lo que era. Ella dijo que no. Se le fue acercando y le seguía preguntando si sabía lo que era, pero ella todo el rato respondía que no.

Una vez que estuvo en frente de ella, el príncipe le dijo: “¿sabes lo que es esto?” enseñándole el anillo. Y el príncipe continuo diciendo: “este anillo es el compañero de este otro anillo que te he puesto mientras bailábamos" le dijo mientras le cogía y le enseñaba su mano. "Me enamoré de ti desde el primer día que te vi en el baile. Me harías muy feliz si aceptases ser mi esposa”.

Toda clase de pieles se puso contentísima, y por supuesto aceptó.

El príncipe y toda clase de pieles se casaron, tuvieron muchos hijos y fueron muy felices por siempre.

Y colorín colorado…este cuento se ha acabado.

¡Espero que os haya gustado!


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